Curiosa entrada... "Lirith"

Parecía ser un día normal en Gokushi, las actividades de siempre se desarrollaban sin interrupción alguna y nada parecía salir de lo normal. El día había amanecido algo nublado, con una suave brisa algo fría pero insuficiente para provocarle una sensación de frío a cualquier interno del lugar. Mas no fue hasta mas o menos las 7 de la tarde que una extraña masa de guardias comenzó a moverse a la entrada de ese agujero, muchos solo se encontraban allí solo para cuidar el que los demás presos no escaparan, mas habían unos 10 que hasta ahora nunca habían salido a la vista de otros reos, estos parecían ser mucho mas fuertes, portaban armas mas letales, parecían mas entrenados, ocultaban sus ojos bajos lentes obscuros y llevaban un equipo de protección especial para la ocasión. Estos 10 permanecían vigilantes a la entrada, su mera presencia hacía del lugar un ambiente con un tenso aire difícil de respirar…

Perfectamente formados aquellos guardias que vigilaban las puertas abiertas cerradas pero sin sus centenares de seguros esperaban pacientemente. Ya eran las 8 y aun nada ocurría, hasta un cuarto de hora después que las puertas comenzaron a abrirse, entrando lo que parecía un desfile de guardias bien armados y protegidos. La primera fila incluso llevaba escudos anti balas. Ya había entrado una buena cantidad de guardias cuando detuvieron su “desfile” para hacer dos filas, teniendo entre ellas el espacio suficiente para que pasaran 3 personas, y asi pasó.

Un par de enormes hombre comenzó a caminar a través de ambas filas, parecían ir guiando a alguien, mas entre todos aquellos guardias era imposible ver de quien se trataba, dando a suponer al resto de los reos que se trataba de alguien bastante bajo. ¡Y así era!, ¿Pero que Demonios?, ¿Acaso la policía se había vuelto loca?, guiada por ambos hombres se encontraba caminando esposada una delicada niña de no mas de 14 años, ojos vendados, en su boca una bola de metal que le negaba el habla, un collar de metal que muchos ya conocía, provocaba una descarga eléctrica cada vez que un interruptor era presionado, esposada con las manos atrás, varias heridas tanto en su cara como en su cuerpo, reflejadas por la sangre ya seca que en su delicado y joven cuerpo reposaba.

Una vez asegurado todo el perímetro, el par de hombres se detuvo al final de ambas filas, desposaron a la chica y la lanzaron violentamente al piso. Comenzaron su salida por el mismo lugar por el que entraron, seguidos de ambas filas. Cuando ya todos esos guardias estuvieron afuera, se volvieron a asegurar las puertas y los policías se retiraron, excepto esos 10 que aun permanecían formados al lado de la puerta. La chica permaneció en el piso unos segundos antes de mostrar siquiera un signo de vida, apoyando sus manos con dificultad en el suelo y levantando únicamente la parte superior de su cuerpo por sobre el piso, dejando caer su pelo hacia el frío metal del suelo y respirando con dificultad.

Habia ocurrido algo inusual en la prision de gokushi, un gran grupo de guardias especialisados, habia hecho una especia de desfile, cosa que le causo gran curiosidad, se acerco caminando tranquilamente con un violin entre las manos (ya que anteriormente estaba tocandolo hasta la llegada de aquel desfile que la hiso detenerce e ir a ver que sucedia). Luego de observar la brutalidad con la que trataban a una reo nueva de apenas 14 años y de aspecto fragil, miro con bastante ira a los guardias, quienes correspondieron a su mirada con una amenasa de tipo gestual.

-Pudranse cerdos...

Fue lo que musito al dejar en el suelo su violin, y acercarce a la chica, maltratada. La miro fijamente durante unos minutos para luego ayudarla a levantarse con gran delicadesa y llebandola al interior de gokushi, donde la dejo reposar en una silla mientras que con una sonrisa le decia, para ver si podia hablar por lo menos para saber alguna necesidad suya.

-Hola...Bienvenida a gokushi, mi nombre es Emily, un gusto...

Después de pasar un largo rato en el patio y sin hacer nada más que observar las nubes, las sombras de objetos al proyectarse en el suelo y a los prisioneros se aburrió, ni siquiera podría definir divertido lo que ella hacia, nadie se entretiene solo mirando, menos algo que no tiene gracia, quizás para algunos si, pero para ella no les encontraba sentido alguno, prefería estar sentada en su oficina jugando con sus muñecas.
Caminó sola hasta el pasillo, con un paso lento y tranquilo. Apoyando la mano diestra sobre la fría pared que constituían aquella cárcel. Deslizaba los dedos o más bien las puntas de los dedos por la textura helada mientras que sus piernas se movían para caminar.
Pensaba en dirigirse hasta su oficina y recostarse un momento sobre el escritorio, cerrar los ojos y tal vez dormir. No había nada divertido y no era muy buena recreando situación de entretenimiento estando sin ganas de nada, así que mejor dormir y dejar que el tiempo pasara solo.

-Unas muñequitas…- Dijo deteniendo en seco y separando la mano de la pared al ver a su amiga sentada junto a una chica que no aparentaba tener mas de 14 o 15 años aproximadamente. Se acerco silenciosamente con los brazos cruzados y la mirada un tanto entrecerrada, al igual que una sonrisa en los labios, la que siempre traía a pesar de todo.
Había sabido de la captura de una joven, pero no estaba muy segura de que fuera ella, aunque las características dabas con anterioridad hacían pensar que esa chica era Lirith.

-Hola…mis muñecas de porcelanas- Murmuró al quedar enfrente de las dos chicas y sonreír de la forma mas amigable que pudiera. Sin mencionar que siempre andaba vestida como una muñeca.

Permaneció unos minutos apoyada en sus propios brazos, tiritaban al soportar su cuerpo, la chica se encontraba bastante débil, pero a pesar de ello podía sentirlo, había un ente a su lado, observándola. Se sorprendió al comenzar a ser ayudada por ese ente, el cual la guió hasta una silla y allí la dejó reposar mientras se presentaba. Alzó las manos hacía la parte trasera de su cabeza, desató la correa que mantenía aquella bola de metal en su boca privándole del habla, sacándosela y tirándola lejos de ella. Un gemido, casi como un lloriqueo se oyó en ese instante, de la boca de la delicada niña comenzó a salir una gran cantidad de sangre, un chorro que si no fuera porque inclinó su cabeza hacia un lado le hubiera manchado entera. Escupió unas cuantas veces la sangre restante mientras continuaban aquellos gemidos, se limpió con su propia mano la sangre que se escapó de su boca para permanecer en sus labios y alrededor de su boca. Por fin podía respirar con naturalidad, lo que le resultó un alivio.

La voz de otra mujer fue perceptible para el oído de la niña, curiosas palabras fueron pronunciadas por esta, las cuales fueron clave para el reconocimiento de quien se trataba… “Aina”, la Directora de Gokushi, afanada por sus muñecas de porcelana. Lirith la conocía, pero nunca le había visto la cara, sin decir nada, “Lirith” se llevó las manos una vez mas hacía atrás de su cabeza, intentando desatar el nudo que mantenía aquella venda privándola de la vista, pero en ese instante el interruptor que activaba su collar fue presionado, ocasionándole una descarga eléctrica a la debilitada chica que dio un desgarrador y agudo grito de dolor al momento de sentir la electricidad recorrer cada parte de su cuerpo. – Me temo que aun no puedes sacarte esa venda, tengo que hablar primero que la Señora Aina – se escuchó la voz de un hombre mayor que sin ser notado apareció de pronto entre la mujer que la había dejado en aquel asiento y Aina, su voz poseía un tono muy burlón, que reflejaba un profundo placer por ver sufrir a alguien de esa manera.

Aquel hombre era una de las fuerzas especiales de la fuerza Militar del país que atrapó a la niña, asignado al cuidado de Lirith mientras era transferida a la cárcel. Se giró hacia la directora – Señora directora, desde ahora dejo a su cuidado a la niña llamada “Nelly Draum”, mejor conocida como “Lirith” - comenzó a hablar con seriedad mientras entregaba aquel dispositivo responsable de las descargas eléctricas que ocasionaba aquel collar a Aina – En este informe encontrará toda la información que necesita saber acerca de ella. Debe tener cuidado, resulta que la chica es una telepata capaz de entrar en las mentes ajenas e incluso manipularlas con ilusiones, razón por la cual sus ojos permanecen vendados, cuando utiliza esa habilidad su cabello se torna blanco, así que asegúrese de que cuando comience a cambiar de color apriete el botón– dijo esta vez sacando un gran sobre de un bolso que portaba y entregándolo a Aina – Me retiro, Adios – se despidió dando una última mirada a la niña, sonriendo con malicia mientras comenzaba a desaparecer en el aire.

Respirando con dificultad, Lirith intentó recuperar el aliento por haber soportado una vez mas esa fuerte descarga eléctrica, la cual le hizo botar un poco mas de sangre, volviéndose a pintar – El gusto es mío Emily… Gracias…- respondió con una suave voz mientras dirigía su cabeza como prestando atención a las acciones de la Directora – Asi que alfin nos tenemos cara a cara, Aina… - dijo amenazante, casi como si estuviera a punto de pararse y atacarla con toda su furia por ser encerrada en su cárcel y encima teniendo que trabajar para ella, de haber podido lo hubiera hecho, pero su debilitado cuerpo a causa de las heridas y la enorme pérdida de sangre se lo impedía…

Off: Se supone que en el sobre esta la información del tipo de celda que deben darle, cual será su trabajo en la carcel, de que forma ahora Lirith es la esclava de Aina y todo eso que sale en mi ficha...

Miraba felizmente a las dos reclusas, sin importarle mucho lo que le pasara a la joven que representaba menos edad, solo se dedico a tomarse sutilmente el vestido y dejar que sus zapatos blancos se vieran, moviéndose a los costados y tarareando levemente una canción cualquiera, no recordaba el nombre de aquella melodía, mas que nada solo su ritmo.
Paresia una verdadera niña pequeña. Actuando de aquella forma siendo la representante más importante de la cárcel, la que controlaba todo y la legitima dueña del lugar. Por eso muchos dudan que sea la directora, la toman con una loca e incluso que da miedo por vestirse de muñeca y tener la oficina repleta de ellas.
Estaba apunto de darse un giro cuando escucha el desbastador grito de la chica, asustándose ella misma y retrocediendo algunos pasos hacia atrás.

-Uhm… muñequita le dolió…- Musitó suavemente con una voz tierna, ignorando lo que pasaba. Aunque en el interior tenía bastante claro que era manipulada por un collar que liberaba descargas eléctricas, tenía conocimiento de sus capacidades y poderes, era una chica bastante peligrosa para dejarla sola ambulando por los interiores de Gokushi. Fue en ese momento que escuchó las palabras de uno de la fuerza militar. Era alto, musculoso y tenía unos hermosos ojos verdes que le fascinaron. –Muñequito militar ~- Musitó con una voz bastante infantil y con unos ojos de chica enamorada, aunque mas era porque le gustaron los ojos y los quería para ella.
Las manos las mantuvo juntas, entrelazadas y poniéndolas por intervalos de tiempos apoyadas en cada mejilla, sin borrar la sonrisa de sus labios finos, delgados, pintados de un rojo carmesí muy intenso.

-aja aja…- Decía sin prestarle atención a las palabras del militar, mas solo detenerse a mirarle los ojos y mecer el cuerpo a los lados, dejando que los mechones cortos que rozaban sus mejillas se movieran.
Estaba empavada por aquellos ojos esmeraldas.
Pasaron los minutos y sin saber porque aceptó un aparato y luego un sobre, el que lo abrazo con ambos brazos y atrajo a su pecho. Fue así como diviso hasta el final que se iba y murmurando tiernamente. –Adiós muñeco de ojitos lendos ~-

No reaccionaba aun, seguía en el transe del encantamiento, pero fue rápidamente despertada por la voz de la joven Lirith, la cual miró y sonrió tiernamente, aunque ella no la viera.
-Pequeñas…- Dijo amorosamente. Quedándose por un momento observando a la chica denominada Emily, hace poco estaba leyendo su ficha e información de ella y fue por esa razón que entendió lo que hacia con la menor de edad, curándola. Después de eso solo le echo un vistazo y sus miradas se cruzaron, haciendo que por un simple descuido dejara caer el aparato que controlaba las descargas eléctricas del collar de la chica. Golpeándose bruscamente en el interruptor y generando una descarga sin querer sobre la pequeña, o al menos eso intento parecer.

-AAAAH!! ¡Yo no quería lo siento!- Se disculpo arrodillándose en el suelo y tomando el control con ambas manos, dejando el sobre reposar en el suelo. -Ahh! ¡¿Como se para esto?!- Decía nerviosa apuntándole con el aparato al cuerpo de la chica y a veces a su propio rostro, pero nada, aun así seguía apretando consecutivamente el botón de las descargas, pesando que tal vez pararían de dicho modo, pero fueron peores y ahora más constantes. –uhm… creo que se echo a perder…- Miró a la chica pelirroja y le sonrió inocentemente, como si ella no hubiera echo nada malo.

No desaprovecho la oportunidad de estirar disimuladamente el dedo diestro y dejar salir millones de hebras finas y transparentes por las puntas de su dedo, las mismas que se empezaban a enrollarse en el cuerpo de la chica mas grande, traspasándole la ropa, piel, músculos y llegar al corazón, el cual fue envuelto ligeramente, sin tener presión alguno sobre el, de esta forma si intentaba algo la mataría de un solo moviendo de dedo, rompiéndoles el corazón. No había piedad alguna.

Una sensación que resultó ser muy relajante recorrió todo el cuerpo de Lirith al momento en que la mujer llamada Emily, cuya figura física aun no conocía debido a sus vendados ojos, posó su mano en su cabeza. Comenzó a sentirse aliviada al comenzar a sanar sus heridas gradualmente, causando el alivio y recuperación de ciertas heridas que le provocaban malestar. Dio un suspiro y una vez mas agradeció, pero esta vez nada dijo, representó su agradecimiento a través de un gesto que desarrolló con su cabeza. En eso aquella mujer comenzó a alejarse desde donde estaban ambas (La directora y ella) para luego volver y saludar a Aina.

Mientras tanto oía las palabras de aquel que cuidó de ella brutalmente durante tanto tiempo mientras era transferida a la cárcel, no conocía el mundo que la rodeaba, solo podía oír las voces de los entes que muy cercanos a ella hablaban, pensaba en abalanzarse sobre el guardia para por último morderlo, pero no era inteligente hacerlo, no podía ver por lo que tampoco podía usar su telepatía para engañarlos y comenzar su huida, prefirió (lógicamente) mantener la calma, ya planearía algo, por nada la apodaban “Lirith”. Mas lo que más le daba rabia era el hecho de que sería la esclava de Aina, ahora comprobado, una vieja loca afanada por las muñecas, ¿Qué acaso no creció?.

Pero no pudo pensar mucho mas, la “Accidental” caída de aquel interruptor que activó su collar le privó el pensamiento al ser electrocutada una vez mas. Otro grito desgarrador se oyó en aquel lugar, molestaba a los oídos por el eco que producía aquel agudo timbre de voz que una niña de su edad, tan delicada como se presentaba, tenía. Pero aquel grito se prolongó mas y mas, las repetidas pulsaciones del interruptor impedían que aquel aparato dejara de dar descargas a la niña la que comenzaba a retorcerse en su silla hasta caer al metálico y helado suelo para comenzar a contraerse en su propio cuerpo, ya no le quedaba aliento, comenzaba a ahogarse por la falta de respiración. Gemía y daba breves lloriqueos medida aquella electricidad continuaba.

Tras dejar ser accionado el interruptor, luego de unos segundos, Lirith dejó de sentir aquellas descargas que recorrieron su cuerpo sin piedad, tan brutal y desalmadamente como la mujer responsable del actual sufrimiento de la chica que en su miseria desde el piso respiraba con aun mas dificultad, retomando el aliento de a poco y desesperadamente, convulsionando levemente e incapacitada de moverse después de recibir tal castigo. Entre sollozos de dolor, de rabia y desesperación, Lirith apretó sus dientes fuertemente y apuntó su cabeza en dirección a la Directora, un profundo odio se podía reflejar en aquella acción. Desde la raíz de su largo pelo (partiendo por la parte superior de su cabeza) comenzó a salir una luz que lo comenzó a recorrer en un avance. Medida pasaba, el cabello de la niña presentaba un color blanco representante de una sola cosa…

Comenzaba a prepararse para utilizar su habilidad, entre lo eufórica que estaba por la situación, rota en llanto y enfurecida no pensó en ningún momento en que debía mantener la calma o le iría aun peor. En ningún momento pasó por su mente el simple razonamiento de que se trataba de nadie mas que la Directora de Gokushi, quien desde ese día era dueña de su vida. Y no solo de ella, si no de cada uno de los reclusos que al igual que ella cumplirían su sentencia en ese abismo. Cegada bajo sus desesperados sentimientos, no iba a dejar esto así, ¡no!, claro que no, planeaba usar la propia mente de la cabeza de Gokushi como venganza…

Con una expresión de inocencia y de que “yo no fui” se paro del suelo, sacudiéndose levemente el vestido con las manos y reacomodándose o más bien subiéndose los guantes a una altura inferior de los codos. Sin apuro y sin importarle el color que se colocaban los cabellos de la chica denominada Lirith tomo el sobre y precavió tener mucho cuidado esta vez con el interruptor de las descargas eléctricas de aquel collar.

- Itsuwari, Osore, Kyoshoku, Urei… Samazama na negatibu ni – Canto suavemente manteniendo una imborrable sonrisa de los labios, al compás de sus piernas delgadas que caminaban hacia la pared que se encontraba a sus espalda, no se voltio a ver el camino, solo dio paso al dar y cuando sintió que no podía mas, se detuvo, apoyando la espalda en esta fría muralla que era neutralizada un tanto por su ropaje tan estrambótico.
El retroceso no se debió al miedo que quizás pudo producir la chica Lirith, si no más bien por una comodidad para la misma Directora, no solía estar mucho tiempo de pie y eso la cansada un poco. La manía de mantenerse sentada en su cómodo sillón ya la estaba afectaba a sus capacidades motoras del movimiento.

Observo un tanto seria y fríamente cuando la chica llamada Emily le hablo acerca de cómo cuidar a sus muñecas. Le molestaba en demasía aquel comentario, sabia que no venia con malas intenciones, solo que el simple hecho que otras personas le mencionen como debería cuidar a sus delicadas muñecas no le gustaba.
-Yo se muy bien cuidar a mis muñecos…- Musitó ladeando paulatinamente la cabeza al lado izquierdo, sin dejar de clavar sus ojos púrpuras sobre los rojizos ojos de la reclusa. Provocando que hiciera un leve movimiento con el dedo índice que había usado con anticipación para amarar el corazón de la misma chica, ahora produciéndole que su órgano principal de vida se oprimiera sutilmente. No tan fuerte para provocarle la muerte, simplemente un dolor bastante intenso que le recorrería el pecho.

Finalizando, tomó el interruptor y lo apretó, otorgándolo la ultima de las descargas que iba a recibir ese día la chica nueva, por lo menos por parte de Aina. -Tranquilízate niña… no querrás que te mate… créelo no me molestaría…- Dijo con una entonación mas potente, mas ruda, sin ese toque de suavidad que siempre usaba en sus vocablos al hablar. Incluso su mirada había cambiado, tomando una más indiferente.

-Así que… seamos amigas ¿si?- Agregó. Cambiando totalmente toda la expresión de seriedad que poseía en su rostro a una completamente mas alegre y dulce. Pasaba a ser nuevamente la directora que todos conocían, la amable y loca de las muñecas.

Sintió como era tomada por la chica que se hacía llamar a si misma Emily, para ser reposada en los regazos de la mujer y volver a sentir aquella cálida sensación de calma que aflojaba su dolor y permitían a Lirith recuperarse de tal despiadado acto por parte de la Directora, pues así lo veía, por mucho que pareciese ante los ojos normales “un accidente”, para Nelly que no podía ver, era un despiadado acto de odio a los reclusos de aquella cárcel. Sus ojos sintieron la suave sensación del aire fresco, le habían quitado esas vendas que desde su captura habían sido colocadas fuertemente, eso ya hace mas de 2 meses, incluso asistió con ellas al juicio en el que fue condenada a pasar el resto de su vida bajo el cuidado de Aina en Gokushi. Las marcas de aquella venda se podían ver claramente en aquella delicada piel, ahora algo rojiza por lo fuerte que estaban apretadas, sus ojos permanecían cerrados, se encontraban muy húmedos, probablemente de tanto llorar.

El sudor que despedía su cuerpo para cumplir con el metabolismo que todo ser vivo posee como forma de refrigeración fue secado con la misma prenda que le privaba de la vista, al comienzo le preocupó un poco el hecho de que quizás la electrocutarían si abría los ojos ahora sin vendas, pero ya no le importaba. Seguía respirando aceleradamente, de igual forma su corazón latía como si en una carrera se encontrase, su cabello blanco dejó de propagarse para volver a su color obscuro natural, lo que Emily decía era cierto, de nada le servía precipitarse con esa persona y en ese momento. Comenzaba a calmar su furia, oía las palabras de la mujer que le cuidaba, dirigidas a la Directora, provocativas y amenazantes, dirigidas con la clara intención de detener las descargas que a la niña eran producidas.

Mas de nada sirvió, algo había hecho la directora que provocó el sufrimiento y estremecimiento de la mujer en un instante. Acto seguido una nueva descarga fue activada sobre ella, quien una vez mas soltó un agudo grito, pero este ya con una intensidad menor, pues ahora se encontraba en la condición en que podría aguantarlo un poco. Se estremeció en el helado suelo, una vez terminado el tiempo de descarga retomó el aliento y comenzó a pararse lenta y sufridamente. Su cuerpo ya casi no le respondía del cansancio y la falta de aire, pero con un esfuerzo sobre humano para la delicada niña, logró su cometido parándose en ambos pies. Abrió sus ojos lentamente, poseían un llamativo y luminoso color carmesí que presentaban un tono un tanto tirado al morado. Veía bastante borroso, retomar la vista que se le fue vedada hace tanto tiempo impedían el correcto funcionamiento de estos, los cuales luchaban por recuperarse y permitir a la niña ver bien.

A pesar de su difuso sentido de la vista, podía distinguirla, allí estaba, un borroso vestido extravagante, portado por una mujer mas o menos de su misma estatura, aun no distinguía su cara, pero sabía quien era ella – Aina… - pronunció sutilmente, con un claro odio en sus palabras, pero cuya intensidad no sobrepasaba la de un susurro pronunciado para si misma, quizás con el tiempo aprendería a llevarse mejor con ella, y así lo esperaba, de ese modo sería mas fácil para Lirith y su habilidad entrar a los rincones de su mente para jugar con ella tal y como la mujer hacía con los reclusos del lugar. Ya había comenzado a planear su venganza, tal y como hizo con su padre, destruiría por completo la vida de Aina, así se lo había propuesto, pero para ello necesitaba conservar la calma y soportar cada capricho que a “la niña de las muñecas” se le ocurriese.

Escuchó las palabras que acontecieron, notaba el cambio de actitud en ellas, hablaba en serio y eso se esperaba, después de todo era la Directora de Gokushi, no podía ser tan infantil como cualquiera que la viese a simple vista pensaría. Ella era tan rara como los internos del lugar, incluso aquellos que hoy en día no son considerados “Humanos” tal y como era Lirith luego de ser “encerrada”. La pregunta que aconteció a aquellas palabras sorprendieron un poco a la niña, la Directora retomaba su actitud por la cual todos la conocían y hablaba con palabras que dado el contexto tenían un significado diferente a lo que en verdad decían. El acto ilocutivo que en ese momento se dio solo incremento el rencor de Lirith hacía la persona que difusa se presentaba frente a sus ojos, pero nada podía hacer y eso la desesperaba.

Al notar la evidente molestia de Aina, cerro los ojos, y de una forma inesperada sintio como un dolor muy intenso en todo el pecho le quemaba de una manera brutal. Solto un grito un tanto ahogado, y levemente agudo, mas parecido a una especia de debil rugido de un animal herido, cayendo al piso con los ojos abiertos en los cuales comenzaban a deslizarse unas pequeñas lagrimas. Luego de eso, recostada en el suelo respiro un con cierta dificultad, mirando el techo con algo de ira, mientras que su cuerpo se recuperaba rapidamente de aquel daño, causado obviamente por la directora, quien cambio nuevamente su actitud seria a la e siempre diciendo "seamos amigas ¿si?". La ira consumia su interior por completo, pero no perdio el control de si misma y solo se limito a sentarse para luego levantarse y de pie, nuevamente abrazar con elicadesa por la espalda a la chica que habia sido electrocutada, casi al mismo tiempo en el que Emily habia recivido aquel "castigo " por parte de la directora.

-Si esto sigue asi...nos romperemos...

Le susurro en el oido a la chica, mientras que por ultima vez utilizaba su aura para curar las heridas, ya leves de sus organos internos, para que pudiera mantenerse en pie sin arriesgar asi su vida. Ya que como era una "muñeca" mas, si eso seguia de esa forma se "romperia" a pesar de ser nueva en la "coleccion" de la directora.
Respirando tranquila, ya que su cuerpo ya habia regenerado el daño, mira de forma fija ala directora, sin mostrar rabia,odio, ni nada por el estilo en su mirada, ya que no le convenia, solo la miraba de forma un poco seria nada mas.
Solto a la chica, que ya tenia todos sus organos internos en perfectas condiciones, y sus heridas externas, se habian vuelto leves. Se dirigio al lugar donde reposaba su violin,agachandose, lo recogio con delicadesa, y miro a la chica. Acercandosele le susurro lentamente.

-Mejor vamos a tu celda, si esto sigue asi, y pierdes el control todo puede empeorar y podrias perder la vida aqui mismo...

Aina desde pequeña nunca le gusto recibir órdenes y mucho menos consejos de personas inferiores que ella. Creía que con la habilidad que tenía era la más poderosa que todos. Jamás nadie la pudo detener y nunca le pusieron una mano encima, claro, solo desde que supo de la existencia de su grandiosa técnica, ya que antes era constantemente maltrata por un hombre que la cuidaba y que fue precisamente el primero de sus tantas victimas antes de fundar Gokushi.
Por una rara razón le fascinaron las muñecas de porcelanas. Tanta fue su obsesión que ella misma trato de parecer una. Tomando una actitud más infantil, más ligera, más caprichosa que no va con una cárcel, aun así sabe controlar los puntos que la acomplejan y ser realmente fría cuando lo desea.
Una vez oyó a su cuidador que le dijo “No hay mayor placer en el mundo que ver el dolor y sufrimientos en los ojos de alguien”. Palabras tan fuertes que en cierto modo la dejaron marcada. No podía creer que después de tanto hacerla sufrir ese hombre tenia razón en algo, era realmente satisfactorio ver la desdicha de otros y especialmente si es uno mismo que lo provoca. Quizás su manía por las muñecas de porcelana viene porque son tan inofensivas que no se cree que sean capaces de provocar daño alguno, un perfecto disfraz para alguien malicioso.

Y aunque no lo demostrara con gesto alguno, disfrutaba de ver como los cuerpos de esas dos chicas sufrían, era realmente placentero. Sus expresiones estaban totalmente controladas y ninguna escapada por si sola, ella misma era un “control remoto”, que se decía que hacer y que cambiar. No era una chica que hacia las cosas porque si, todo tenía una razón y un motivo.
Incluso en este momento no podía entender como la interna Emily abrazada a la pequeña, que sentido tenía hacer eso… ¿Un simple gesto de caridad?, quien sabia, pero le resulto ridículo por su parte, apenas la conocía y mostraba bastante interés por ella. Pensar que a Aina jamás la trataron con bondad. Siempre era igual, siempre había que comportarse bien delante de ella, porque si no te podría matara, así que actuar, actuar y mas actuar. Por esa razón ella igual actuaba, comportándose que todos les caían bien, aunque en realidad no era así. No ha llegado ni una sola persona que ella podría decir “el es mi amigo o amiga”, no tiene a nadie mas que sus muñecas. Estaba sola.

Se alejo un poco de aquellas dos chicas, apretándose las telas de su vestido. La distancia que había tomado no era muy considerable, ni siquiera se alejado mucho, no quería dejar de ser parte de aquella conversación y escena tan magnífica que se había desarrollado en el transcurso del tiempo, solo que ahora sus actores principales de la obra se le querían ir y dejarla sola nuevamente.

-Yo no quiero que se valla a su celda…- Mencionó suavemente mirando al rostro a la joven Emily. La misma a quien le había otorgado una libera presión en su corazón, algo muy poca cosa de lo que solía hacer en realidad. Podría haberla matado en un santiamén, pero acabar con los presos por caprichos no estaba bien visto, así que por esa simple razón le daba otra oportunidad de vivir. Ojala que la aprovechara.
Lirith por otro lado era pequeña, pero conociendo su tan estupenda habilidad, era de temerse, había que tenerla siempre vigilada y nunca darle demasiada confianza, aunque eso no era problema, jamás le daba libertades a nadie y ella no seria la primera. Podría realizar un papel en que confía eternamente en la pequeña y frágil doncella maltratada Lirith, pero de ahí a que sea verdad hay un gran estrecho de diferencia.

Si esa pequeña iba a estar bajo su mandato, era mejor tenerla a su lado desde ya, estando sola y con personas que podría actuar en cualquier momento, era peligroso, esa niña sola era peligrosa, no estaba dispuesta arriesgar todo lo que le había costado en levantar una cárcel y recluir a criminales poderosos que en ningún lugar mas estaban mas cuidados que este.

“Nos romperemos”, aquellas palabras retumbaron en los oídos de la niña un largo tiempo mientras se reincorporaba sobre si misma en un esfuerzo por mantenerse de pié frente a Aina. No quería morir, no ahora, ya se había propuesto algo en que pensar durante su estadía en aquella cárcel, que no sería mucho, pues arruinaría la vida de Aina antes de lo que cualquiera se imaginaría. Le llevó un par de años acabar con un país, una cárcel no sería tan difícil, aunque también era cierto que fuera de la cárcel tenía un sin número de libertades que fomentaron en gran medida a aquel plan maestro. Una vez más sintió aquella cálida sensación que alivió de nuevo sus heridas internas, ayudándola a mantenerse de mejor forma de pie. Su vista aun borrosa, pero mejorando, ahora podía distinguir un poco mejor a la Directora, dándose una mejor idea del ser que tenía en frente como blanco. El rostro de Lirith ya no representaba ni una cualidad negativa, quizás la mejor forma de describirlo era con 3 simples palabras, “calma, serenidad y pensamiento”…

Se sintió casi completamente recuperada, las heridas ya se habían hecho leves, lo que se tradujo en un alivio para Lirith. Lo cual ayudó mucho a que calmara su rencor hacia tan despiadado ser frente a sus ojos. Y el que la describiera como “despiadado” no era coincidencia, lo había comprobado la segunda habilidad perceptiva de Lirith, aquella que no necesita mayor esfuerzo por parte de ella, como si los propios sentimientos ajenos se reflejaran en el aire y Lirith sin problemas podía leerlos, o sentirlos. Sentía como el placer y la satisfacción de hacer sufrir a alguien recorría el cuerpo de la mujer, eso solo causaba que los deseos de Lirith por acabar con la Directora se incrementaran, para la niña, la Directora estaba sembrando su propia caída, era como si ella misma provocara a Lirith para que hiciera algo, y así sería, solo debía tener paciencia y esperar, en una de esas, caería mas pronto de lo que esperaba.

El abrazo de la muchacha no afectó en mucho a Lirith, aunque ciertamente sentía que aquello no era necesario y para acorde a la situación, mas no dijo nada al respecto y prefirió silenciar su propia boca. Los actos de caridad en aquella cárcel no tenían cavidad, pero al ser ella una mera niña a la merced de… otra “niña”, quien se descargaba con ella accionando el botón que activaría la electricidad del collar de Lirith, no tenía mayor consuelo que un insignificante abrazo. Aunque valla que la ayudaba a calmarse, lamentaba haber perdido la cordura de dicha forma, no era inteligente, pero hasta una mente maestra tenía sus fallas, y Lirith seguía siendo una niña. Sus acciones no cambiaban aquel hecho por difícil que fuera de creer. – Es curioso que no quiera… al final usted no se diferencia de los reos como nosotras – seguramente sus palabras le costarían otra descarga, pero Aina no saldría ilesa de esta situación, y Lirith comenzaba imperceptiblemente con sus ataques mentales - … Disfruta del matar a aquellos que estima conveniente, de ver sufrir a aquellos que no pueden defenderse, me preguntó, ¿Cómo es que usted es la directora de una cárcel y no una rea?, después de todo se nos encerró por actos inhumanos, y usted y sus caprichos entran en la misma categoría – miraba a Aina fijamente – Me pregunto que le sucedería si a alguien aquí se le ocurriese demandar sus derechos humanos y testificar en su contra… usted no tendría como defenderse -.

Una leve risilla de niña acompañó a esas palabras para luego dirigirse a “Emily” – Se supone que ahora trabajo para Aina, mi estadía en esta pocilga tengo entendido que no será en celda… - dijo mirando directamente a Aina – Si no en una cámara aislada, pero también tengo entendido que solo dormiré allí – dijo Lirith pensando que su trabajo sería directamente como la secretaria de Aina, su deber esta fuera de la oficina organizando los asuntos y encargándose de lo que debe hacer y la razón por la cual fue a parar a esa cárcel. Aunque el claro conocimiento de Lirith, brindado a ella por el juicio que se desarrolló en su contra, era limitado, todo el resto estaba en el sobre con su información y que ahora poseía Aina en sus manos (y quien sabe donde lo dejo si está tomando su vestido >.> xD). Quizás su trabajo allí le brindaría la información necesaria a la niña para acabar con Aina, seguramente aquel manejo de información favorecía en mucho a la niña.

Pero por desgracia para Lirith, la vigilancia que se cargaba sobre ella era de temer, con el acceso a toda esa información, Lirith era capaz de hacer cualquier cosa, por lo que tanto los computadores que usaría, así como los papeles que recibiría y los guardias que la vigilarían estarían rigurosamente revisados por otros seres de la inteligencia que aprobarían aquella información para ser entregada luego a las manos de Lirith, encargándose de que nada útil pueda sacar ella de lo que a sus manos llegaba. No tenía las herramientas ni el personal necesario para desarrollar un buen plan que permitiese el cumplimiento de su objetivo. Lirith ya lo había deducido así, necesitaba gente y ciertas libertades para cumplir su cometido, ya haría algo por eso. Mas por el momento la mente de la niña estaba fija en una sola cosa…

Ya la situación se estaba poniendo un tanto aburrida y la pequeña estaba sacando sus garras. Esas afiladas garras que definían su personalidad y no estaban del todo mal, tenía un carácter admirable, palabras que podrían enojar a cualquiera e incluso sacar a una persona de sus casillas, pero no sería fácil con Aina, jamás se iba a enfurecer por algo así, simplemente y como era habitual en ella la ignoraría. Le importaba muy poco lo que opinaran los demás de cómo era ella y la forma de tratar o administrar sus vienes. Puesto que no era ésta la que estaba encerrada por delitos graves y tenía la presión sobre sus hombros por ser capturada y ser humillada como esa chica llamada Lirith. Que era “perro” de alguien que desprecia, solo por el simple motivo que sus planes maestros no le permitieron o no le alcanzaron para poder escapar y estar en libertad. Ahora tendría que estar bajo el mandato de una niñita caprichosa y un tanto alocada. Tendría que soportarla, no le quedaba de otra o el precio de su desobediencia seria caro.

No olvidaba que había una tercera, no estaban solas cambiando palabras o miradas, si no que una chica mayor o tal vez la misma edad que la directora estaba presente. Le hacia compañía a la pequeña. Dándole eso que se llama “amabilidad”. ¿Por qué los humanos se comportan de esa forma cuando ven a un prójimo en peligro? Ni siquiera tiene sentido, ayudándose mutuamente e intercambio sonrisitas de alegría, como en casos distintos. No entendía y no lo quería entender tampoco. Su infancia fue dura y le quitaron todo ilusión de poder respetar a alguien al extremo de llegarlo a querer o simplemente demostrar alguna muestra de afecto que dijera “si, yo me preocupo por ti”, pero nada, nadie se comportó como ella deseaba y mucho menos por ella sola iba a desarrollar esa conducta. Quizás si las circunstancias de vida hubieran sido distintas las cosas serian muy diferentes y ella no seria lo que es ahora, pero por alguna razón no fue así y el destino o lo que sea la llevo a terminar en lo que estaba.

El hecho era que las palabras de Lirith le entraban por un oído y le salían por el otro. Así de corta era la estancia de sus comentarios. Y no respondió nada mas que con una sonrisa en los labios, una un tanto divertida, como si se burlaba de lo que decía la chica y mirando hacia el techo o a las paredes, menos hacia la que emitía sonidos audibles un tanto ofensivos. Dando claro entender que le importaba muy poco lo que dijera. No quería formar aquello en una discusión sin fin, puesto que le estaría dando en gusto a la reclusa nueva, pudiendo bajar la guardia y descontrolándose, no podía permitir que una chiquilla la molestara con algo sin importancia, que quizás podría ser verdadero, pero tampoco se iba detener a pensarlo.

La realidad era que estaba a cargo de una pequeña y tenía que trabajar con ella. Ya habría tiempo de pensar que hacer con esa, quizás vestirla como muñeca y dejarla así, algo típico que pasaría por la mente de Aina. Tenía que lucir bien al igual que la Directora y si no la gustaba la iba a obligar como fuese, no por nada tenía una inmensa colección de muñecas de parcelas en la oficina.

-Ya esta bien… si quieren se pueden ir a otro lado a jugar…- Comentó algo fuera de contexto, cambiando completamente toda esa situación que se había creado antes. De comenzar diciéndoles que se queden a terminar echándolas por su propia cuenta. Esto se ponía raro. ¿Quizás que motivos tuvo para llevar a esa conclusión? O simplemente un simple capricho más. La verdad era que no podía hacer mucho con esas dos, no podía matar a Lirith y muchos menos a su acompañante protectora, que más parecía ser su madre o algún familiar de su misma familia. También Estaba la opción de hacer pasar todo como un accidente o indicios de que se tuvo que defender antes sus ataques y matarlas, era la directora y no podían poner en duda sus palabras. Pero, aquí venia lo importante, ella no era las que mataba por que sí, podría torturarlas, jugar con sus organismos, pero ya al matarlas solo por diversión… no. Si ellas tenían esa idea estaban equivocadas, ya que la mayoría de los internos posiblemente lo piensa.
Que cárcel seria si acabara con todos los reclusas que entraran.

Ya solo finalizo mirando a las dos chicas fijamente y con una sonrisa amable en los labios. La mascara que siempre se ponía y jamás se quitaba de encima.