Eso no es comer, es tragar

Serían como las 8 y pico en el Gokushi, a lo cual pronto comenzaría la cena y seguido cada quién a su celda.
Por el pasillo tenían que pasar aquellas pútridas almas hambrientas ; no tardó y la manada paso como si fuera su última cena, golpeando y empujando sin convalecencia y los guardias a risa y risa viendo el espectáculo. Qué gracioso. Skull sentado en los suelos tuvo que correr a prisa para no ser aplastado; lo uso como distracción e imprimió su puño en la cara de un uniformado.

-Tenga una buena cena, oficial – Comentó con sarcasmo moviendo su cuerpo a la parte posterior del comedor, donde se albergaba la buena comida. El olor exquisito sin duda, desprendiendo un aroma cálido y que despertaría el apetito aún más del joven tatuado.
No se contuvo y se sirvió cuanto pudo, o más bien, devoro cuanto sus dientes alcanzaban a masticar y su boca llegaba a albergar. Parecía muerto de hambre, como si su vida hubiera estado faltante de comida, pero no, simple y sencillo adoraba “tragar” y sus brazos jalaron toda comida.

¿Sería que un guardia le interrumpiría? Ó, ¿un criminal le acompañaría?

Nunca habia visto la hora pico en que los reos luchaban por comer, por tener los nutrientes necesarios para seguir con vida en aquella cruel carcel. Rio de aquel "maravilloso" acto, se regocijaba en esa desesperacion pero en ese momento un puño cerrado impacto en su rostro entre los gritos de los reos persibio un "Tenga una buena cena, oficial" su tabique se rompio y su nariz sangro.
Se limpio con un pañuelo el rostro y lugo de aquella jauria de presos hambrientos camino lentamente hacia Skull, sus pasos eran tan suaves que no emitian ningun sonido en el aire.

Ya a las espaldas de aquel gloton. - Disculpe monsieur - Dijo en un tono serio, grave. Aquellas palabras inundaron los oidos del joven Skull por unos instantes inpidiendole oir aun hasta como se atragantaba con la comida. Al voltearse ceria esa brillante mirada verde y su rostro ya recuperado.

¿Puedo saber quien interrumpe mi cena? – única pregunto que realizo al tener que soportar esas palabras de interrupción.

Fue que, al terminar con una pieza de pollo y dejando el hueso intacto pero alojado en su dentadura, siendo deslizado de extremo a extremo de sus labios por los susurros o muecas, quizás solo movimientos faciles y el andar independiente de sus de labios sin ser esclavizados por palabras de molestia o disgusto. Es más, todo lo contrario que hasta le regalo una sonrisa a aquella persona.
Espera... ¿No era al sujeto que había golpeado?

-Lindos ojos, oficial. ¿Le puedo servir en algo? – No se intimidó, ni si quiera retrocedió pero tampoco avanzó o hiso movimiento alarmante alguno. Fue que se recargó sobre la tabla que cargaba la comida con ambas manos, a la mitad de la palma sostenían su cuerpo y este esperaba sonriente clavando su mirada, retando eso ojos verdosos con los rojizo de los suyos.

Que preciosos safiros eran aquelos ojos, esos cabellos castaños y piel lisa, no habia duda de que era alguien apuesto aquel personaje. Una persona que atraeria a cualquier vampiro y aquel movimiento hechandose sobre la mesa sin miedo de lo que tenia adelante de el, ¿Sabria acaso Skull que en la mente de Lestat surgian las ganas de hacerlo su acompañante?.

Regalo una dulce y calida sonrisa, cambio tan drasticametne el rostro del palido cadaver que confundiria probablemente a aquel joven. - Si, necesito realizarle una preguna. - Respondio formalmente simulando el tono que en aquella carcel se hablaba, saliendole a la perfeccion aquel tono Latino (Claro, seguramente notaria la diferencia con la primer palabra hablada). - Estoy realizando una enquesta, pues quierern mejorarse las condiciones de la carsel, como vera los criminales que ignresan van incrementandose y la idea de este lugar no es mas que reestrucurarlos para que puedan volver a la sociedad. Comenteme por favor ¿Como ve la prision? - Le dijo, que absurdo era Lestat. Pero esa mezcla de irrealidad con lo que deberia ser el mundo quizas convencerian a Skull.

¿Qué mierda se traía ese sujeto? Skull, al escuchar el cuestionamiento del ojitos verdes hacia él le hiso dudar de si en verdad era un oficial. No sabía que pensar con certeza de lo que tenía ante él. También dudaba de que respondiera, que era lo que quería sacar aquel uniformado del andrajoso muerto de hambre.
No importó, se mantuvo tal cual y fue que pareció esbozar y corresponder la sonrisa con la que se le invito a la conversación:

-¿Qué opino de estas cuatro paredes? – Repitió algo desinteresado – Me resulta difícil decir que… Ándese a la mierda y no me haga preguntas estúpidas – no lo simulo, ni si quiera dudo en decir aquello, a un tono alto pero conservador y que sólo fuera oído por su acompañante. Además que se cruzó de brazos y mantuvo su “carismática” sonrisa.

Invitó a este a que comiera una pieza de carne, deslizando su cuerpo sobre el borde de la tabla y con ambas manos en dirección al alimento haciendo el ofrecimiento. Algo contradictorio a lo antes dicho, pero no era que estuviera molesto y usará un léxico vulgar. Si no que prefería hablar así y andarse sin rodeas.